Hace unos días hubo una gran fiesta, la cena de la Promoción 41. ¡La cena de mi promoción! Y lo digo orgullosa, ahora entenderéis por qué.
Promoción 41 en «Petit appetit»
Empezó a entrar gente por la puerta y los abrazos y los besos fueron los protagonistas. ¿Ha llegado Ana? ¿Ha llegado Paula? ¿Y…? ¿Y…? Las preguntas sobre todas las demás no paraban de oírse. Había ganas de volver a verse y recordar viejos tiempos.
La verdad es que, desde aquellos discursos de despedida en segundo de bachillerato, nadie había vuelto a escribir sobre nosotras, y alguien tenía que hacerlo. La ocasión lo merece, porque han cambiado tanto las cosas… pero parece que todo sigue igual. Eso es lo mejor de todo.
Aunque hay grandes abogados, médicos en potencia, viajeras y catadoras de aventuras por el mundo, periodistas, enfermeras, profesoras… y alguna que otra mamá en camino, somos esas niñas de siempre, y siempre lo seremos.
Para no perder nuestras buenas costumbres no faltaron los recuerdos de tantas horas de clase, y tantos buenos momentos acumulados durante dieciocho años. Los días del deporte, el popurrí, las fiestas de fin de curso, las convivencias, las excursiones… ¡hubo tiempo para hablar de todas esas cosas que nos han hecho tan felices! Y es que a veces incluso echamos de menos esos tiempos, no me lo neguéis.
Durante la cena disfrutamos como nunca. También hubo tiempo para compartir todas aquellas cosas que hemos vivido estos últimos años. Risas acompañadas de pizza de queso y trufa y conversaciones entre gin tonics. Poniéndonos al día como cuando lo hacíamos pegadas al radiador en los descansos.
Algunas terminaron la noche celebrándolo hasta el final en nuestro querido Green
Dejando a un lado nuestras historietas que, por cierto, darían para escribir un libro, tengo algo que deciros: gracias. Pero gracias de verdad. Porque hemos crecido un poquito desde la última vez que nos vimos todas y la ilusión sigue siendo la misma. Gracias porque de todas me llevo algo, ¡y porque se aprende tanto!
No solo lo digo yo, pero es que la promoción 41 tiene algo especial, ¡y vaya si lo tiene! Desde que dejamos colgado el uniforme en el armario hemos cumplido nuestros sueños, superando incluso las mayores expectativas. Arriesgando y dando todo. Con ilusión y sin miedo. Y eso no tiene precio.
Sé que siempre estaréis ahí, mi gran familia del cole. Espero que no pase mucho tiempo hasta la próxima vez que nos veamos. Y como no me gustan las despedidas, dejaré el final abierto para continuar escribiendo cuando repitamos este plan. ¡Nos vemos pronto amigas!